El martillo y la Pija de la vida cristiana
Filemón 4-7…]]>>
4 Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, 5 porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; 6 para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús.7 Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos.” -Reina Valera 1960.
“4 Siempre en mis oraciones doy gracias a mi Dios acordándome de ti, 5 por lo que oigo hablar del amor y la fidelidad que profesas a Jesucristo nuestro Señor y a los creyentes en general. 6 Ruego a Dios que tu fe, al comunicársela a otros, actúe en sus vidas haciéndoles reconocer cabalmente todo el bien que, gracias a Jesucristo, está en nosotros. 7 Yo mismo he sentido el gran gozo y consuelo de tu amor, hermano mío, sabiendo que muchas veces has confortado en tu bondad el corazón de los creyentes” - Versión Castilian.
Filemón es una carta de Pablo al mismo Filemón que en comparación con demás libros de la Biblia es diminuto en cuanto a la cantidad de información que nos presenta, pero ¡vaya hombre! que Pablo nos describe en estos versículos. Pablo nos describe dos características u herramientas esenciales en la vida de un creyente, la comunión y la transferencia de vida.
· El martillo de la Comunión. “Ruego a Dios que tu fe, al comunicársela a otros…” (Vso. 6ª). El martillo es la herramienta que se ocupa para poder unir a través de pijas u otras herramientas algunas cosas. No podemos vivir una vida cristiana aislada, necesitamos del cuerpo de Cristo, de todos los demás creyentes que aman y confían en Jesucristo. Hace poco asistí a un seminario con Josh Mc dowell donde pregunto: ¿Qué necesitamos como creyentes para VIVIR? Como respuesta la mayoría concordamos que “solamente Cristo”, a lo que él respondió: “Yo no creo eso, hablando de salvación si necesito únicamente a Cristo; pero para vivir necesito de su cuerpo también”. Un ejemplo bíblico de esto lo encuentro en Pablo, el gran predicador de los gentiles, el mismo se llamaba fariseo de los fariseos, ocupaba un lugar muy importante en la iglesia en cuanto a reconocimiento e influencia, este hombre fue el que dijo en Filipenses 2:27 acerca de Epafrodito: “27 Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza.” Ufff!, Pablo admite la gran tristeza que hubiera sentido si hubiera muerto su gran hermano y amigo Epafrodito, en el versículo 25 habla como este le ayudo a superar muchas de sus necesidades y en general si y tienen la oportunidad de leer filipenses 2:19-30 se darán cuenta de la gran conexión que había entre la iglesia, Epafrodito y Pablo. A mí me hace sentir una conexión muy intima, y eso es precisamente lo que Cristo quiere de nosotros, que nos conectemos íntimamente con otros cristianos. En el cuerpo de Cristo no importa el nivel social, no importa la edad, no importa el nivel de preparación, solo importa el gran motivo por el cual estamos unidos…Cristo, nos salvo y amo por igual. ¿Cuál será el motivo o principio por el cual Dios quiere que tengamos esa conexión tan intima con otras personas que lo conocen y lo aman?
No hay comentarios:
Publicar un comentario